En la Región de Murcia los restos arqueológicos hallados en innumerables rincones nos hablan de la riqueza de un pasado árabe del que pocos lugares pueden disfrutar. Algunos ejemplos bien conocidos son los diversos castillos como el de Alhama, que data de los siglos XI al XII, o el de Lorca, construido entre el IX y el XV, y declarados ambos Bien de Interés Cultural (BIC).
También destaca la muralla en el corazón de la capital murciana que sirvió de defensa a la ciudad durante el reinado de Ibn Mardanis, conocido por los cristianos de la época como el Rey Lobo. Pero en los años de Mardanis nace una figura inigualable de nuestro pasado histórico a la que queremos rendir homenaje aquí: Ibn Arabi (1165-1240) pensador, místico y viajero sufí nacido en Murcia al que se le atribuyen más de 200 obras escritas de carácter teológico y filosófico.
Porque hay que resaltar que sus ideas sobre el amor, la fraternidad o la libertad en el camino hacia la verdad de los seres humanos son una enseñanza cultural de importancia incuestionable. Nuestro pasado, en efecto, no está hecho sólo de los sillares y piedras que compusieron las diversas edificaciones que hoy podemos visitar y en las que descubrimos rincones que nos transportan a un tiempo lejano, sino también de palabras y reflexiones que junto a ellos configuran una herencia enormemente rica. Murcia fue un día llamada con el nombre de Madina Mursiya, capital del reino de Tudmir, y allí nació Ibn Arabí el cual nos dio ejemplo de convivencia y respeto entre las diferentes creencias religiosas.
Pero también fue un modelo en su inquietud por conocer y ampliar horizontes a través de sus diversos viajes que lo llevaron a recorrer gran parte de nuestra Región así como numerosos destinos de Asia y África. Un gran espíritu hecho de tolerancia y sabiduría. Es esa quizás la mejor lección que nos deja el estudio de la época andalusí de Murcia, la posibilidad de colaborar entre gentes diversas para hacer de nuestra tierra un lugar mejor donde vivir. <
Añadir comentario