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Las rabietas en los niños: como controlarlas

Se trata de un artículo muy interesante sobre como abordar las rabietas o pataletas, un aspecto que suele preocupar mucho a los padres y madres, un problema que se puede solucionar de forma relativamente sencilla, siempre que se actúe de forma consecuente y determinada.

Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o enojo. Aunque los padres tengamos un carácter muy dulce y sereno, nuestro hijo probablemente tendrá algunas rabietas. Tratemos de enseñarle que las rabietas no dan resultado, y que no nos harán cambiar de opinión.

A los 3 años de edad, podemos empezar a enseñarle a nuestro hijo a expresar sus sentimientos con palabras («Estás enojado porque…»). Debemos enseñar a los niños que el enojo es normal, pero que debe ser manifestado en la forma apropiada.

Cuando los niños llegan a la edad escolar, las rabietas deben ser raras. En la adolescencia, podemos recordarle a nuestro hijo que explotar produce una mala impresión y que contar hasta 10 puede ayudarle a recuperar el control.

En lo que se refiere a las rabietas existe una verdad casi universal: La rabieta no sucede si no hay un público que reaccione ante ella. 

¿Qué debemos hacer cuando nuestro/a hijo/a tiene una rabieta?

En general, es muy positivo que elogiemos a nuestros hijos/as cuando logran dominarse, cuando expresan su enojo con palabras y se muestran dispuestos a cooperar. Seamos un buen ejemplo para él/ella manteniendo la calma, sin gritar ni tener rabietas de adulto. Evitemos pegarle, porque esto le sugiere a nuestro/a hijo/a que hemos perdido el control.

Tratemos de usar las siguientes respuestas a los diferentes tipos de rabietas:

1. Apoyar y estimular al niño que tiene rabietas por frustración o fatiga.

A menudo, los niños tienen rabietas cuando se sienten frustrados consigo mismos. Pueden estar frustrados porque no consiguen armar algo. Los niños pequeños pueden estar frustrados porque sus padres no entienden lo que ellos dicen. Los niños mayores pueden estar frustrados a causa de su incapacidad para hacer su tarea escolar.

En estas ocasiones, nuestro/a hijo/a  necesita estímulo y un padre/madre que lo escuche. Con un brazo apoyado sobre sus hombros, digamos le algo que demuestre comprensión, tal como: «Sé que es difícil, pero vas a mejorar. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?» Elogiemos también por no darse por vencido/a. Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas haciendo que nuestro /a  hijo/a se concentre en cosas que puede hacer bien.

Los niños tienden a tener más rabietas cuando están cansados (por ejemplo, cuando no han dormido la siesta), porque son menos capaces de hacer frente a las situaciones frustrantes. En estas ocasiones, hagamos que nuestro/a hijo/a se acueste. El hambre puede contribuir a las rabietas. Si sospechamos esto, un bocadillo. Las rabietas también aumentan durante una enfermedad.

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2. No haga caso a las rabietas motivadas por el deseo de llamar la atención o exigir algo.

Los niños pequeños pueden tener rabietas para salirse con la suya. Tal vez quieran salir con nosotros, en vez de quedarse con la niñera o con otra persona , quieran un dulce, quieran vaciar el cajón de un mueble o quieran salir a jugar afuera cuando hay mal tiempo. En las rabietas para llamar la atención el niño puede gemir, llorar, golpear el piso o la puerta, cerrar una puerta con violencia, o contener la respiración. Mientras nuestro /a hijo/a permanezca en un solo lugar y su comportamiento no sea destructivo, podemos dejarlo tranquilo.

Si reconocemos que un evento en particular va a hacer que nuestro/a hijo/a pierda los estribos, tratemos de desviar su atención hacia alguna otra cosa. Sin embargo, no cedamos ante las demandas de nuestro/a hijo/a. Durante la rabieta, si el comportamiento del niño es inofensivo, lo ignoramos por completo. Una vez que ha empezado, una rabieta rara vez puede ser interrumpida. Nos Aléjamos incluso yendo a otro cuarto para que el niño ya no tenga quien le escuche. En estos momentos no debemos tratar de razonar con nuestro/a hijo/a. Simplemente le podemos decir: «Veo que estás muy enojado. Te dejaré solo hasta que te calmes. Cuando quieras hablar me lo dices». Dejamos que el niño/a recupere el control.

Después de la rabieta, asumimos una actitud amistosa y tratamos de normalizar las cosas.Podemos prevenir algunas de estas rabietas diciendo «No» con menos frecuencia.

3. Movamos físicamente al niño que tiene una rabieta porque no quiere o evita hacer algo.

Si nuestro/a hijo/a se niega a hacer algo sin importancia (tal como tomar un bocadillo o descansar en la cama), dejamos pasar este comportamiento antes de que empiece una rabieta. Sin embargo, si nuestro/a hijo/a debe hacer algo importante, tal como acostarse a dormir o ir a la guardería,los deberes, entonces no debemos dejar que la rabieta le permita evitar eso.

Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas si le damos una advertencia a nuestro /a hijo/a con 5 minutos de anticipación, en vez de pedirle de repente que deje inmediatamente de hacer lo que está haciendo. Una vez que la rabieta ha empezado, le dejamos que siga con ella durante 2 ó 3 minutos. Tratamos de expresar con palabras el descontento del niño: «Tú quieres seguir jugando, pero es hora de dormir». Luego, lo llevamos a donde tiene que ir (por ejemplo, a la cama), ayudándolo tanto como sea necesario (incluso llevándolo en brazos).

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4. Para las rabietas de tipo perturbador o destructivo, utilice suspensiones temporales.

Algunas veces las rabietas son demasiado perturbadoras o agresivas para que los padres las pasemos por alto. En esas ocasiones, mandemos o llevemos al niño a su cuarto para que permanezca allí durante 2 a 5 minutos y cuando se calme,tratar de dialogar con él /ella. Algunos ejemplos de comportamiento perturbador son los siguientes:

  • El niño se cuelga de nosotros y nos sigue de un lado a otro durante la rabieta.
  • Nos golpea.
  • Llora y grita durante tanto tiempo que nos sentimos irritados.
  • El niño tiene una rabieta en un lugar público, tal como un restaurante o la calle. (Llevemos al niño a otro sitio para su suspensión temporal. Los derechos de las demás personas deben ser protegidos.)
  • Arroja algún objeto o causa daños materiales durante la rabieta.

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5. Sujetemos al niño cuando tenga rabietas en las que podría causar daño o lastimarse.

Si nuestro/a hijo/a ha perdido totalmente el control y grita desatinadamente, podríamos sujetarlo. Perder el control probablemente atemoriza al niño. Sujetémoslo también cuando tenga rabietas durante las cuales podría lastimarse (como cuando se arroja violentamente hacia atrás).

Tomemos al niño en brazos, le decimos que sabemos que está enojado y le mostramos, con nuestro ejemplo, la manera de dominarse. Lo tenemos en brazos hasta sentir que empieza a relajarse. Esto generalmente requiere de 1 a 3 minutos. Luego, lo soltamos. Esta respuesta reconfortante raras veces es necesaria después de los 3 años de edad.

Algunos niños no quieren ser consolados. Entonces tomamos a nuestro/a hijo/a en brazos solamente si esto sirve de algo. Si el niño/a nos dice «Vete», alejémonos. Después que pasa la rabieta, a menudo el niño querrá que se le tenga brevemente en brazos. Esta es una buena manera de reincorporarlo a las actividades de la familia.

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¿Cuándo llamar a un profesional?

Llamemos a un profesional si:

* Nuestro /a hijo/a se lastima o lastima a otros durante sus rabietas.

* Las rabietas ocurren cinco o más veces al día.

* Las rabietas ocurren también en la escuela.

* Nuestro /a hijo/a tiene varios problemas de comportamiento.

* Uno de los padres tiene episodios de rabietas o gritos y no los puede detener.

* Este enfoque no produce una mejoría durante 2 semanas.

Deseamos que este artículo les haya resultado interesante y  práctico.Cualquier otro tema que les interese sobre la educación de sus hijos/as ( cualquier edad) ,propóngalo y nosotros le ayudáremos encantados.

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